Por: Harold García-Pacanchique/ @HaroldGarcia95
“Todos nacimos medio muertos en 1932
Sobrevivimos pero medio vivos
Cada uno con una cuenta de treinta mil muertos enteros
Que se puso a engordar sus intereses
Sus réditos
Y que hoy alcanza para untar de muerte a los que siguen
Naciendo
Medio muertos
Medio vivos”
Roque Dalton
Con estas palabras el poeta y comunista salvadoreño Roque Dalton recordaba los trágicos sucesos de enero de 1932, en donde miles de salvadoreños cayeron a causa de las balas dictatoriales del gobierno del general golpista Maximiliano Martínez, tras los sucesos que desembocaron en una gran revuelta popular de orden insurreccional que campesinos e indígenas desarrollaron durante el 22 de enero de este año, en donde las masas enardecidas se alzarían con machete en mano para tomar las tierras de los latifundistas cafeteros que explotaban de sobre manera a los y las habitantes del occidente del pulgarcito de América – como bien se le conoce a El Salvador- que en paupérrimas condiciones de vida sufrían los fuertes impactos de la crisis económica de 1929.
Es en esta historia donde nos encontramos con Agustín Farabundo Martí, abogado y dirigente del naciente Partido Comunista Salvadoreño y quien sería protagonista de esta gesta histórica indígena y campesina; Agustín como era conocido en su entorno familiar nació en Teotepeque, provincia del departamento de La Libertad el 5 de mayo de 1893, en el seno de una familia acomodada en términos de recursos económicos, lo que le permitió estudiar leyes en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales de la Universidad de El Salvador.
Su vida política.
Con una fuerte inclinación por lo social e influenciado por el marxismo, Farabundo Martí seria propulsor de las ideas comunistas en Centro América, donde va a jugar un papel determinante en la organización del comunismo Americano, siendo fundador no solo del Partido Comunista de su patria, sino también del Partido Comunista Centroamericano en 1925, desarrollado en Guatemala; órgano partidario que haría parte de la III Internacional Comunista y qué destacaría al exilado abogado salvadoreño como delegado de la organización humanitaria Socorro Rojo Internacional, la cual portaba solidaridad a los y la comunistas que sufrían la persecución y el exilio político, allí su participación fue de suma importancia a tal punto que se convirtió en destacado internacional de la liga antiimperialista, la cual lo delego como representante de esta a Nicaragua, en su experiencia por esta nación colaboro como secretario político de Augusto Cesar Sandino, participando en la lucha por la no injerencia Norte Americana en el territorio patrio de Benjamín Zeledón y además le fue otorgado el cargo de coronel efectivo del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua.
Estas experiencias hicieron de Farabundo un intelectual orgánico, con una formación política orientada desde el Marxismo- Leninismo y un luchador pragmático en las batallas nacionales y continentales por la construcción del socialismo, en esta abnegadle participación es que el comunista salvadoreño contribuirá a la fundación del Partido Comunista de su país en el mes de marzo 1930, como también de la Federación Regional de Trabajadores Salvadoreños.
Farabundo Martí, será entonces uno de los principales delegados de la Internacional Comunista para América Latina, es así que se convierte en uno de los principales líderes populares de la gloriosa década de los treintas en el continente, en donde se destacaron militantes comunistas y socialistas como Julio Antonio Mella en Cuba, Aníbal Ponce en Argentina, José Carlos Mariátegui en Perú, María Cano en Colombia y el ya nombrado Augusto Cesar Sandino en representación del liberalismo radical anti imperialista.
La rebelión popular.
Para finales de la década de los veinte El Salvador al igual que todos los países de la región se vio profundamente afectado por la llamada crisis del 29, la economía cafetera en el occidente del pulgarcito de América cayó al piso y los sectores populares campesinos e indígenas se vieron profundamente afectados por esta realidad económica, lo que genero las condiciones objetivas y subjetivas para avanzar en un proyecto insurreccional que tenía como principal bandera de lucha la toma de tierras y la exigencia de mejores condiciones laborales para los y las trabajadores del campo.
Esta realidad hizo que el Partido Comunista como vanguardia colectiva de los y las trabajadoras encabezara esta lucha en contra de las desiguales condiciones económicas que imponía el orden del sistema capitalista y en contra de la dictadura de Maximiliano Martínez, quien se impuso en el mes de diciembre de 1931 derrocando al presidente Arturo Araujo.
Ante estas condiciones la rebelión popular se convertía en una imperiosa necesidad y Farabundo Martí se pondría a la cabeza de la dirección de este movimiento liderando desde el comité central del PCS, las acciones donde los campesinos e indígenas serian determinantes, es entonces para el día 22 de enero que el alzamiento popular iniciaría la toma de cuarteles, tierras y fabricas con la intención de derrocar al dictador y de poder generar las necesarias transformaciones para combatir la pobreza profundizada tras la crisis capitalista de 1929.
Agentes de inteligencia nacional detectarían estos movimientos pre insurreccionales en donde dan con la participación de la dirigencia comunista, haciendo que se le persiguiera a los principales líderes y lo cual generaría para el 19 de enero la captura de Farabundo Martí junto a los líderes estudiantiles Alfonso Luna y Mario Zapata, acción represiva que no detuvo las acciones que ya se venían preparando para el día 22.
La rebelión popular se destacó por una amplia participación del movimiento agrario principalmente por parte de los indígenas, quienes van a ser fuertemente reprimidos por la dictadura dejando un saldo de treinta mil muertos, lo que se ha tipificado como uno de las principales ejecuciones de etnocidio en el continente Americano durante el siglo XX.
Tras la captura de los dirigentes populares y la reclusión de los comunistas en la cárcel de San Salvador, la dictadura utilizará esta acción represiva como botín de guerra del gobierno de Maximiliano Martínez, que públicamente manifestaba que “hasta hoy, cuarto día de operaciones, están liquidados cuatro mil ochocientos comunistas", tras ser juzgados y condenados por un tribunal militar el cual determino que la pena de muerte debía proceder por sobre los cuerpos de los dirigentes y al estos ser fusilados el primer día del mes de febrero, las páginas del Semanario Voz recuerdan a quienes fueron protagonistas de una de las primeras insurrecciones anti dictatoriales en el continente y que ampliamente fueron lideradas por los y las comunistas, que con una actitud militante y abnegada entregaron su vida por la clase trabajadora y la construcción del socialismo.
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