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El yate Granma, un desembarco revolucionario sin retorno.

Por: Harold García-Pacanchique.

 

El 25 de noviembre de 1956, de las costas de México alrededor de 82 tripulantes cubanos y entre ellos un ciudadano argentino, emprendieron un viaje que se constituiría en el paso a Cuba vía marítima más importante del siglo XX, en un yate llamado Granma que los revolucionarios meses atrás habían adquirido en pésimas condiciones tanto de navegabilidad como físicas y que además contaba con una capacidad apta para 16 personas a bordo, paso a ser después del asalto de Fidel Castro al Cuartel Moncada aquel 26 de Julio de 1953; el segundo hito de mayor relevancia para la historia de la revolución cubana y del M-26-7[1], tras la hazaña lograda por este yate el 2 de diciembre de 1956, ocho días después del arribo de los rebeldes a la pequeña embarcación anclada en una de las riberas del río Tuxpan.



El desembarco que se dio en las costas de la provincia de oriente, se produjo en Los Cayuelos, a unos dos kilómetros de la playa Las Coloradas,  dio inicio a los 25 meses de guerra que se desarrollaron en la mayor de las Antillas, producto de la incursión de un grupo de guerrilleros que desde México prepararon una fuerza armada popular para derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista; tras el desembarco y el primer ataque de la dictadura, El Che diría lo siguiente,

 

“Apenas bajamos, con toda premura y llevando lo imprescindible, nos introducimos en la ciénaga, cuando fuimos atacados por la aviación enemiga. Naturalmente, caminando por los pantanos cubiertos de manglares no éramos vistos ni hostilizados por la aviación, pero ya el ejército de la dictadura andaba sobre nuestros pasos”.

 

A esta situación inicial y ante la presencia en la zona del ejercito dictatorial se produce un segundo golpe a tan solo tres días de la llegada de los insurgentes, causándoles grabes perdidas en la estructura, puesto que dicho ataque provocó la dispersión de la tropa, la perdida de vidas y de armamento que se disponía para el inicio de la guerra revolucionaria.

 

Ante esta situación solo 17 de los 82 guerrilleros que desembarcaron el yate Granma sobrevivieron a la confrontación que tuvo como epicentro las inmediaciones de la colonia cañera de Alegría de Pío el 5 de diciembre de 1956, tras el ataque los sobrevivientes emprenderán hacia la Sierra Maestra como se había trazado en los planes anteriores al desembarco y se lograron reunir de nuevo en la finca “El Salvador de Mongo Pérez” ubicada en Cinco Palmas, es allí donde las tropas del Movimiento 26 de Julio, logran por fin encontrarse el 18 de diciembre, situación que Fidel Castro recordara en el primer congreso del Partido Comunista de Cuba en 1975,

 

“con siete armas se inicio de nuevo la contienda en la Sierra Maestra, y al cabo de dos años el ejercito de la tiranía, supuestamente invencible,  había sido liquidado y el pueblo victorioso empuñaba los 80.000 fusiles que un día se esgrimieron contra la nación”

 

“Seremos libres o seremos mártires”.

 

Esta fue la sentencia de Fidel al anunciar el 24 de noviembre a sus co-navegantes que al otro día partirían de las riberas del río Tuxpan, en México, hacia  las costas de Las Coloradas en Cuba, así el comandante de esta tripulación rememoraba las palabras que en el año de 1952 pronunciaría tras llegar a México producto del exilio al que se le había obligado tras la captura que sufriría fruto del asalto al Cuartel Moncada, en el exilio Castro afirmaría,

 

“Las puertas adecuadas a la lucha civil me las han cerrado todas. Como martiano, pienso que ha llegado la hora de tomar los derechos y no pedirlos, de arrancarlos en vez de mendigarlos. La paciencia cubana tiene límites (…) De viajes como este no se regresa, o se regresa con la tiranía descabezada a los pies".

 

La sentencia premonitoria de Fidel haría de la gesta del yate Granma una de las acciones rebeldes que con mayor ahínco se recordaran en las paginas de la historia de esta revolución, puesto que fue una gesta heroica de hombres y mujeres entre ellas Celia Sánchez -que se encargaría de la logística en tierra de los navegantes-, la que produjo el llamado segundo impulso de la orientación de José Martí hacia la libertad, así Fidel lo diría, “Nadie debe preocuparse de que lo acusen de ser el autor intelectual de la Revolución, porque el único autor intelectual del asalto al Moncada es José Martí, el Apóstol de nuestra independencia”, es por ello que el paso incólume del desembarco del yate Granma a los registros de la historia del movimiento revolucionario de Nuestra América no puede pasar por alto, pues esta travesía representa la rebeldía de un continente que como se enuncia en la segunda declaración de La Habana “Ahora si la historia tendrá que contar con los pobres de América”, esos mismo que en Cuba durante la guerra revolucionaria y posterior a esta en la construcción del socialismo, han dejado sus vidas por la redención de los vilipendiados y desconocidos de la tierra.

 

La historia los absolvió.

 

   El medico argentino Ernesto Guevara, el único no cubano –hasta el momento- en la expedición del Granma, comentaría años después sobre como fue de su vinculación a las tropas del M-26-7, el cual se produjo en el primer encuentro que este mantuvo con Fidel, en sus palabras dicho hecho sucedería de la siguiente manera, “lo conocí en una de esas frías noches de México, y recuerdo que nuestra primera discusión versó sobre política internacional. A las pocas horas de la misma noche –en la madrugada- era yo uno de los futuros expedicionarios”, no es de más recordar esta anécdota, pues fue el mismo Ernesto más tarde conocido como El Che,  quien llevaría a lo profundo del corazón de África y de Sur América la experiencia cubana que con el liderazgo de Fidel logro consolidar la primera revolución triunfante de carácter socialista en el continente, epíteto rebelde que internacionalizo el Argentino-Cubano, el cual convirtió las selvas del mundo en el ejemplo claro de que la experiencia de la Sierra Maestra seria posible en los lugares en donde los pueblos se levantasen contra la tiranía y la opresión.

 

Esa misma experiencia que fue tomada como valiosa y ejemplar por una gran mayoría de las expresiones armadas rebeldes del tercer mundo, la cual el mismo Guevara calificaba como la de un ejercito de fantasmas “quedamos en tierra firme, a la deriva, dando traspiés, constituyendo un ejército de sombras, de fantasmas, que caminaban como siguiendo el impulso de algún mecanismo psíquico” haciendo referencia a los primeros momentos de la incursión en Cuba, la cual logro dejar en la memoria colectiva de las generaciones venideras a dicha experiencia, que solo se hace patria si se logra hacer posible lo que se quiere imponer como imposible para los pueblos, ante este atrevimiento histórico que a solo dos años y un mes saldría victorioso, Fidel declaraba, 

 

“¿Quién gano la guerra? El pueblo, el pueblo gano la guerra. Esta guerra no la gano nadie más que el pueblo, y lo digo por si alguien cree que la gano él, o por si alguna tropa cree que la gano ella. Y por lo tanto, antes que nada esta el pueblo”

 

Pueblo que a 64 años del ya nombrado desembarco sigue redimiendo a través de la solidaridad internacional a los más empobrecidos del mundo y que además continua demostrando que la historia absolvió a los y las guerrilleras que a mediados de la década de los cincuenta del siglo pasado dejaron su vida por un sueño que hecho realidad se concreto como Revolución Cubana.



[1] Movimiento 26 de Julio.


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